EL TRAUKO
Se cuenta que el origen del Trauko (o Trauco), uno de los más populares mitos de Chiloé, se remonta al tiempo de las batallas entre los ángeles Lucifer y Gabriel. Cuando Lucifer fue vencido, el Trauko, que lo apoyaba, fue enviado a la Tierra junto con él, viviendo como un ser horrible. De hecho, es un hombre pequeño -no sobrepasa los 80 centímetros de estatura-, con un rostro grotesco y un cuerpo contrahecho, parecido al tronco de un árbol, el cual está cubierto con fibras de quilineja (una planta trepadora), mismo material de su sombrero. No tiene pies, ya que sus piernas terminan en muñones.
Se acompaña de una pequeña hacha de piedra o de un bastón de madera llamado pahueldún, con el que puede echar abajo un árbol, pues posee una fuerza increíble. Su esposa es la Fiura, una mujer pequeña, de extraordinaria fealdad.
La gente le teme porque puede dañar a los niños, adultos y animales, tirándoles un aire que les tuerce el cuerpo. También se cree que es capaz de matar a una persona de una sola mirada, o dejarla atontada o jorobada o muda o sentenciada a morir dentro de un año, siempre que la vea antes de ser visto. De lo contrario, es el Trauko el que muere.
Vive en los bosques, en cuevas o en huecos o copas de árboles. Desde ahí acecha a sus víctimas: muchachas que vagan por el lugar. Una vez que las divisa, corre hacia ellas y las mira fijamente, en forma sensual y dulce a la vez, cautivándolas, mientras les sopla suavemente con el pahueldún. Cuando las jóvenes despiertan de su plácido sueño de amor, se dan cuenta de que están casi desnudas y con los vestidos revueltos. A los nueve meses nace el hijo del Trauko, aunque esto no afecta mucho socialmente a la flamante madre y a su familia, pues ahora están conectadas con la magia del Trauko.
